Hestia. El fuego sagrado del hogar
Hestia era la primera hija de Cronos y Rea, por lo que era la de mayor edad de las doce divinidades preolímpicas. Como Diosa representa el fuego sagrado y central del hogar. Como arquetipo es la conexión con el ser interno, la quietud, el silencio y la paz interior. No necesita ser completada, ella ya es completa en sí misma.
En la antigua Grecia cuando una pareja se casaba, la madre de la novia encendía una antorcha con el fuego de su casa, la llevaba a la nueva casa y con ella encendía el primer fuego. Hestia estaba presente en el centro consagrando el nuevo hogar. En cada nacimiento también hacían un ritual girando alrededor de Hestia, dándole la bienvenida y reconociendo al nuevo miembro como de la familia.
Conectamos con Hestia cuando hacemos cualquier tarea doméstica sin prisa. Ordenar un armario, deshacerse de ropas que ya no usamos, clasificar viejas fotos, guardar los artículos de la compra, en definitiva todas actividades cotidianas que al terminar de hacer disfrutamos de la armonía del resultado. Cuando ponemos orden afuera sentimos que también ponemos orden en nosotras mismas. De alguna manera nuestra casa es también nuestro santuario. Buscamos embellecer el lugar con detalles que nos gustan, mantener la limpieza, el orden y hacer de una casa un hogar. Al final el exterior es un reflejo de nuestro interior.
Pero todas las mujeres sabemos que este trabajo también conlleva muchas desventajas. Se da por sentado, es invisible, nadie toma en consideración las horas dedicadas a este tipo de actividades, no es “productivo” es términos materiales, es decir no recibe paga, no goza de vacaciones, no tiene horarios ni cotiza en la Seguridad Social y generalmente es desvalorizado. Sin embargo sostiene todo el sistema; sin ellos no habría economía, ni organizaciones, ni cultura posibles. Lo mismo que la Diosa, permanece en el anonimato, carece de imagen como persona, no era representada en obras de arte, aunque era venerada en todos los hogares, estados y ciudades. Se le rendía los mejores honores y recibía las primeras ofrendas. Estaba encarnada en el fuego central del hogar y los templos. Esa presencia que ilumina, da calor, acoge cuerpo y mente y nos brinda la sensación de estar en paz, con nosotras mismas y con el universo, que es a la vez común y sagrado.
La Diosa virgen
Al igual que Artemisa y Atenea, Hestia es una divinidad que se mantiene virgen, no sucumbe a las flechas de Eros ni a los hechizos amorosos de Afrodita. No toma partido en ninguna contienda ni lucha de poder.
Cuando una mujer siente la necesidad de seguir los valores propios en lugar de obtener la aprobación ajena, su vida tiene un sentido para ella y no le importa lo que opinen los demás.
Generalmente cuando nos volvemos mayores nos resulta más fácil descubrir la riqueza interior, la importancia de la paz y la tranquilidad antes que tener razón en una discusión. Y si hemos pasado la menopausia habremos madurado probablemente, al haber experimentado en nuestras vidas muchas penas y alegrías, logros y fracasos y aprendido algunas lecciones liberándonos del sufrimiento. Hemos visto muchos acontecimientos y hemos templado nuestro ego como ancianas sabias. Por eso muchas de nosotras al llegar a esta etapa de la vida queremos un espacio propio, buscamos tiempo para estar solas, cuidar de nuestro fuego interno, reflexionar, meditar, introducir cambios en nuestras vidas y refugiarnos en nuestro santuario interior. Es una fase de conexión con nuestros sentimientos, recuerdos, pensamientos, creencias y valores. Un replanteo de nuestra propia identidad.
Como el fuego del hogar que ilumina, el arquetipo de Hestia proporciona mayor claridad en todos los aspectos de la vida de una mujer y nos ayuda a centrarnos en nosotras mismas, integrando la vivencia con la sabiduría. Hestia es la fuente de potencialidades que al beber de ella otorga sentido a nuestra existencia.
Cuando imaginamos a Hestia, la visualizamos pacífica, en soledad, que dirige la mirada hacia adentro y se maneja con total naturalidad dentro de la casa. Pero esto no significa que no sea activa en el exterior. Tal vez, cuando la mujer es joven y presenta este arquetipo más acentuado, se sienta un poco fuera de lugar, pero solo hasta que desarrolla otros aspectos de su personalidad. Está presente esa sabiduría interna que la ayudará a adaptarse socialmente, moverse con eficiencia y expresarse con claridad y firmeza en el mundo, permaneciendo en el núcleo de su ser, sin ser afectada por las experiencias externas. Siempre encontrará el camino que la dirija de vuelta a su centro.
Es muy difícil encontrar ejemplos de mujeres Hestias que hayan llegado a nuestros días, en la historia, el arte o cualquier otra disciplina, dada su característica velada, anónima, como una “no entidad” y sin embargo fundamental en el hogar. Estas mujeres no pasan a la fama, no cubren noticias ni tienen publicidad.
Por eso mismo hoy rendimos homenaje a todas las mujeres invisibles. A las que en todos los tiempos desde que vivíamos en cuevas, crearon y siguen creando con su sola presencia una atmósfera de serenidad y gracia, convirtiendo los espacios entre paredes en cálidos hogares donde se respira seguridad y cobijo.
A todas nosotras, que poseemos esa influencia sutil y transformadora sobre el entorno y también sobre las personas que nos rodean, brindando una red de apoyo incondicional sin destacar y sin apego a las pasiones, circunstancias, posesiones o prestigio.
A las que estamos despertando, observando y sintiendo ese fuego interno y hacemos una ceremonia de cada una de nuestras actividades cotidianas. Que encendemos velas, inciensos, hornillas o fogones y mantenemos la llama encendida en nuestros corazones. Tal vez podamos ayudar con nuestro fuego transformador a la Madre Tierra. Ella mantiene el equilibrio con el universo a través de su núcleo ígneo, sostiene la vida con su calor interno y tiene el poder de transformar cualquier veneno, toxina o desperdicio con su fuego sagrado. Podría decirse que una Hestia gigante. Y es nuestro hogar.
Notemos la presencia de Hestia en nuestro interior. La palabra “hogar” en latín se dice “focus”. Pongamos el foco en un estado de armonía y equilibrio mental. Meditemos, doblemos la ropa, limpiemos la casa, cojamos flores, hagamos rituales sagrados, pongamos orden, miremos un atardecer, no importa la actividad, solo disfrutemos de los momentos mágicos que nos brinda la vida. Y hagamos de cada instante un acto sagrado.