Los arquetipos de la mujer madura III. Hécate.

Hoy hablaremos de la Diosa que más confusión suscita en la mitología. Su origen parece ser difuso, incluso pueden encontrarse referencias en Egipto, Asia y la antigua Anatolia. Se la conoce como la Triple Diosa, representando a tres figuras femeninas en una: doncella, madre y anciana. También asociada al cruce de tres caminos, llegando a nuestros días como la Diosa de las encrucijadas. Se le atribuyen muchos poderes mágicos y de adivinación, capaz de influir con sus encantamientos incluso a distancia, de ahí sus atributos psíquicos e intuitivos.

Es la Diosa que se encuentra en la puerta que separa el mundo de los vivos del oscuro mundo subterráneo. Está en el umbral, esa delgada línea que separa el día de la noche, en un tiempo intermedio o de transición como el momento del nacimiento y el de la muerte.

En la mitología griega Hécate aparece como la anciana en el relato de Perséfone. En él vemos nuevamente a tres diosas, representando las figuras femeninas de doncella: Perséfone, madre: Deméter y anciana: Hécate.

El mito cuenta que Perséfone estaba cogiendo flores en el prado con sus compañeras y cuando se dispuso a coger una flor que la atrajo por su particular belleza se abrió la tierra ante ella, del profundo pozo apareció Hades, el señor del averno y secuestra a Perséfone, llevándosela al inframundo.

Su madre Deméter, la Diosa de los cultivos, las cosechas y la fertilidad, la buscó en vano por todo el mundo y mientras duró su infructuosa búsqueda la tierra quedó estéril. Fue Hécate quien se acercó a la desesperada madre y le sugirió que preguntaran al dios del sol si tenía información sobre lo qué pudo haberle pasado a su hija. Deméter supo así que Perséfone había sido secuestrada por Hades con el permiso de Zeus. Este se vio obligado a devolver a su hija para restaurar la situación y propuso que Perséfone pasara la mitad del año con su madre, así Deméter cumpliría con su función germinadora (primavera y verano) y la otra mitad confinada con Hades en el mundo subterráneo (otoño e invierno). Explicando así el ciclo de las estaciones. Cada vez que Perséfone emprendía el viaje ya sea con su madre o con su raptor, era Hécate quien la guiaba en el inframundo.

Sabemos que estos mitos están cargados de simbología y que llegan a nuestros días con una fuerza arquetípica inconsciente. Llama la atención con qué facilidad en la mitología se naturaliza la violencia contra las mujeres. Casi todas las Diosas fueron secuestradas, cogidas por la fuerza y violadas, con excepción de unas pocas. Y sus poderes apropiados, ocultados, desprestigiados o incluso satanizados. No es de extrañar que las mujeres tengamos un miedo colectivo ancestral a que nos etiqueten de brujas o locas, nos persigan, nos quemen o nos encierren. En la historia de la humanidad estas leyendas fueron reproducidas en hechos reales durante muchos siglos y aún continúan sucediendo en la actualidad.

Cuántas mujeres en la Historia fueron acusadas de brujas, hechiceras, entregadas a la magia negra, copuladoras del diablo y muchas barbaridades más, por su inteligencia, independencia, sabiduría, logros, por su labor como curanderas, sanadoras, comadronas, etc. En definitiva porque representaban un peligro para los intereses del poder hegemónico.

Hipatia de Alejandría (aprox. 370-415) Filósofa, matemática y profesora en la escuela de Alejandría. Decidió no contraer matrimonio para dedicarse al estudio de la ciencia. Ninguno de sus libros se han conservado. Fue acusada de engañar con sus encantamientos y brutalmente asesinada, aunque en realidad fue víctima de intrigas políticas y de poder. La película Ágora cuenta su historia.

Juan de Arco, (1412-1431) Joven campesina francesa que comandó el ejército francés y su papel fue crucial en la restauración de la corona en la Guerra de los Cien Años. Tomada prisionera y juzgada por un tribunal eclesiástico, fue acusada de brujería y oír las voces del diablo. Por supuesto fue condenada a morir quemada en la hoguera con sólo 19 años. En 1920 fue canonizada y convertida en patrona de Francia.

Elena de Céspedes, (1546-1588) La primera cirujana oficialmente reconocida en España. Nació mujer aunque también vivió como hombre y hasta fue soldado. Aprendió el oficio de “coser y sanar” cuerpos en Madrid, con un amigo cirujano y aunque carecía de estudios rindió los exámenes y fue reconocida como cirujana por el “santo oficio”, el mismo que luego la condenó. Quiso contraer matrimonio con una mujer y fue acusada de hechicería y herejía, condenada a 200 azotes y a servir en centros sanitarios.

Tanzania (2017) La brujería es una creencia instaurada aún en nuestros días. No es cosa del pasado culpar a las mujeres de catástrofes naturales como malas cosechas, infertilidad, deformidades o muertes. Así se justificó la matanza de 479 mujeres en Tanzania, golpeadas hasta la muerte y luego quemadas acusadas de brujas.

La lista es muy larga. Esta pequeña muestra basta para dar cuenta de las atrocidades cometidas contra las mujeres desde hace muchos siglos, justificándose con “legítimas acusaciones”. No todo lo que tiene una base legal es veraz. Las leyes las hacemos las personas y si no resguardan los derechos de toda la humanidad no sirven. Deberían actualizarse no según el poder imperante, como se hace, sino teniendo en cuenta que nos protejan a todas la personas en igualdad de condiciones. Y en la actualidad siguen estando muy lejos de representarnos con ecuanimidad.

Diosa de los tres caminos.

Muchas veces hemos estado en una encrucijada. Y necesitamos “parar la pelota” y mirar hacia dónde apuntar el tiro, para tomar una decisión. En estos momentos Hécate está presente en nuestras vidas. Es el arquetipo que nos hace conectar con nuestra intuición, con esa sabiduría interna que nos indica qué dirección seguir, coger el camino que nos hará salir con fuerzas renovadas y mayor poder. Lo mismo sucede cuando nos enfrentamos a nuestras sombras, bajamos a nuestro propio mundo subterráneo al encontrarnos en momentos difíciles, pero superamos estas crisis y nos volvemos más sabias, aprendemos que el dolor y el amor forman parte de la vida. Hécate es nuestro testigo interno, esa voz interior que nos hace percibir la realidad de una manera diferente que intuitivamente conocemos.

Las personas que tienen vocación de servicio son representantes de Hécate. De alguna manera nos ayudan a parir una nueva versión de nosotras mismas. Actúan de comadronas, como las mujeres que ayudaban a otras en el momento del parto. Recordemos que las comadronas fueron apartadas de este lugar, puestas bajo vigilancia del doctor o reclutadas para vigilar a otras mujeres. Con la marginación de la figura femenina de la partera, las mujeres fuimos perdiendo cada vez más el control sobre la procreación, limitadas a un papel pasivo en el parto, mientras que los médicos hombres comenzaron a ser los protagonistas en este proceso de “traer vida”.

Estas mujeres comadronas tenían consciencia intuitiva y conocimientos desde la observación y la experiencia de los estadios de transición física. El nacimiento y la muerte lo son. Ellas asistían a las personas que se encontraban en ese alumbramiento, ayudando al alma a emprender el viaje natural, sin miedo o sufrimiento. En la actualidad no contamos con muchas personas que nos ayuden a transitar este paso. La doctora Elisabeth Kübler-Ross, fue una Hécate contemporánea en acción. En su libro Sobre la muerte y los moribundos cuenta su investigación en el acompañamiento a enfermos terminales en esta experiencia de muerte, preparando a pasar el trance con dignidad y sosiego tanto a pacientes como a allegados.

Cuando las mujeres comenzamos a transitar la menopausia las circunstancias de la vida hacen que seamos más conscientes de la existencia de este arquetipo y comenzamos a prestar atención a las señales, sincronicidades, sueños y percepciones psíquicas. Vamos en busca de nuestra verdad.

No es de extrañar que las mujeres ancianas fueran temidas y tomadas por brujas. Ninguna mujer y menos anciana, estaba a salvo. Tenían que esconderse, volverse invisibles y pasar desapercibidas para proteger su vida.

La palabra “bruja” en el imaginario colectivo se asocia especialmente a una mujer mayor, preparando sus brebajes y remedios a base de hierbas, con conocimiento de las estaciones y la influencia de la luna en la siembra y la cosecha, que curaban el mal de ojo, usaban ungüentos y hechizos varios. Todo este saber era tildado como arte de magia por los “doctos”. Tal vez no lo supieran, o sí, ya no importa, que todo este conocimiento provenía de la antigua ideología de la Diosa.

Aquí y ahora estamos en un momento especial. Es hora de recuperar todo nuestro saber ancestral. Está en nuestro interior. Rescatemos nuestra experiencia de vida. Afrontemos nuestra verdad. Nuestros conocimientos y habilidades pueden ayudar a dar a luz a una nueva humanidad. Conectemos con Hécate.