Ufff… esos molestos síntomas…

Sofocos, insomnio, sequedad, falta de apetito sexual, atrofia vaginal… La lista es muy larga… no los vamos a enumerar…

Solo nos preguntamos: ¿Todos los procesos que son naturales en nuestra vida tienen que tratarse como trastornos? Cómo hemos llegado a este punto de “patologizar” casi todas las etapas que una mujer puede vivir como la regla, el embarazo, el parto, la lactancia, el climaterio. De verdad creemos que las mujeres vinimos a padecer? Que merecemos sufrir? Que la Naturaleza se equivocó o se ensañó con nosotras?

En Abanico de Plumas creemos que NO y nos parece que hay demasiado más aún por descubrir.

Tal vez no se conoce mucho sobre esta etapa llamada climaterio. Claro, también es cierto que si la medicina se enseña desde la óptica patriarcal, las mujeres no somos consideradas en toda nuestra complejidad y a veces se nos diagnostica con demasiada ligereza, sin prestar atención a otros factores.

Bueno, no es de extrañar. Si hasta 1998 se desconocía la anatomía del clítoris!!!! Si, leíste bien, 1998. Tuvo que ser una mujer, Helen O’Connell, quien la describió por primera vez. Abrimos un paréntesis: (la estructura del pene es archiconocida desde tiempos inmemoriales: prepucio, glande, cuerpos cavernosos… ¿Te suenan, no?)

Comencemos por el principio…

Qué es el climaterio.

Aunque se usan indistintamente las palabras climaterio y menopausia, en realidad definen fases diferentes.

El climaterio, etimológicamente proviene del griego klimakter que quiere decir “Escalón”. Es decir es un proceso escalonado que va ocurriendo paulatinamente en la vida de una mujer. Puede comenzar hasta 10 años antes de la menopausia y durar hasta muchos años después de la misma.

En cambio la menopausia marca el momento de la última menstruación. Solo se puede considerar la “última” menstruación cuando la mujer lleva 12 meses sin menstruar.

Se suele denominar “perimenopausia” al periodo anterior y “postmenopausia” al posterior.

Como sostenemos en Abanico de Plumas esta trasformación es absolutamente natural en la vida de todas las mujeres. Aunque cada una lo vivirá individualmente de forma única física, psíquica y emocionalmente, al igual que cada una ha vivido la aparición de su primera menstruación de manera personal. Cuanto más conectadas con nuestro cuerpo estemos las mujeres, más fácil será poder extraer las perlas de sabiduría que cada etapa nos trae.

Ahora hay mucha más información sobre la conexión de la mujer con sus ciclos menstruales. Las que en este momento estamos atravesando el climaterio hemos aprovechado poco de este conocimiento. Y ahora nos toca a nosotras hacer lo mismo, es decir crear información y poner conciencia sobre esta hermosa etapa que nos ha tocado vivir.

Nuestro objetivo es ambicioso:

Crear un inconsciente colectivo femenino que recupere la importancia de la sabiduría que esconde esta transformación, creando una comunidad con todas las mujeres que estemos transitando esta parte de la vida.

Para ello es necesario conectar con los arquetipos femeninos que esta madurez nos desvela, para compartirlo con la humanidad. Porque es clave que modifiquemos nuestra manera de vivir, recuperemos nuestra esencia y restablezcamos la conexión con la Madre Tierra. Este cambio es URGENTE!!! Lo sabemos.

En estos momentos el inconsciente colectivo de toda la humanidad alberga la creencia que junto con el cese de la menstruación comienza una actividad descontrolada de sucesos fisiológicos nefastos, una serie de síntomas, carencias, patologías y demás yerbas que llevan a la mujer a una inexorable decadencia. Basta con poner “menopausia” en el buscador y aparece asociada a la palabra “síntomas”.

Y claro, si lo creemos, lo creamos en nosotras.

Pongamos como ejemplo uno de ellos: los “molestos” sofocos y/o sudoraciones de diversas intensidades que pueden hasta empapar en un minuto toda la ropa que llevamos puesta.

Te dirán que son “normales” y que en 5 años desaparecen… Pues mi madre con 94 años aún los tiene….

Y además hay mujeres que nunca conocerán qué son estos bochornos. Curiosamente muchas de ellas pertenecen a una cultura donde se respeta la madurez, se valora y reconoce la sabiduría de estas mujeres y atesoran su aporte a la comunidad.

Se argumentará también que como en esta etapa baja la producción de progesterona y de estrógenos

Pues lo cierto es que esta fluctuación de hormonas no tiene una responsabilidad directa sobre la aparición de estos calores. Los niveles de estrógenos y progesterona ováricos sí disminuyen después de la menopausia, porque ya no necesitamos altos niveles de ellos para procrear, pero el cuerpo femenino dispone de la capacidad de restablecer el equilibrio hormonal con la producción necesarias de las mismas en otros lugares, como la grasa corporal. Esa que se instala en la zona abdominal a estas edades. Curioso ¿no?

Entonces ¿qué son los sofocos?

Como dijimos anteriormente no se sabe casi nada sobre esta etapa. La ciencia nos debe mucho a las mujeres. Así que las causas fisiológicas de los sofocos aún están por estudiarse. Dicen que “algo” falla en el termostato biológico. Veamos un poco qué es esto.

El hipotálamo es quien regula la temperatura corporal. Esta región del cerebro tiene neurotransmisores que captan las señales desde unas células nerviosas llamadas “termorreceptores” distribuidos en diferente lugares de nuestro cuerpo, dando avisos de los cambios de temperatura para que se produzca una respuesta térmica. Estos cambios pueden ocasionarse por factores externos como las condiciones ambientales, uso de ciertas prendas de vestir, ingesta de bebidas y alimentos o por fenómenos que ocurren dentro del cuerpo mismo como la realización de ejercicio, una hemorragia, o situaciones emocionales, entre otros.

En nuestro caso este calor por lo general no se debe siempre a factores externos, sino a factores internos. De repente tenemos un subidón de calor y aparece la respuesta. La vasodilatación y los sudores sirven para disipar ese calor. Y una vez eliminado, se restablece el equilibrio produciéndose una vasoconstricción y entonces sentimos frío. La verdad, no parece haber fallo en el termostato.

Pero seguimos sin saber dónde se genera ese fuego interno y para qué aparece.

Nosotras hemos observado que cuando atravesamos épocas de mayor estrés, situaciones emocionales que no sabemos gestionar, necesidad de algún cambio que no aún desconocemos cómo hacerlo, los sofocos aumentan, bien en intensidad o en frecuencia.

Y se nos ha ocurrido que este fuego interno tal vez sea una señal que nos envía nuestro cuerpo para que lo escuchemos.

Este calor, que es energía, acapara nuestra atención en esos instantes que aparece. Pensamos que que esta energía trae un mensaje oculto para nosotras. Tal vez necesitamos escucharlo, descifrarlo, prestar atención y conectar con ese “síntoma”. Porque no podemos desoírlo, cuando el sofoco aparece es imposible ocultarlo. Es muy evidente para nosotras e incluso para los demás. Y nos sentimos incómodas.

Cuando en Abanico de Plumas hemos estado trabajando con los arquetipos de las mujeres maduras y nos tomamos todo el tiempo para conectar con esa sabiduría interna, nos dimos cuenta que en el momento que aparecía el sofoco, si conectábamos con la diosa, esa enegía arquetípica en nosotras, esos sofocos se iban casi inmediatamente. Una maravilla, verdad.

¿Qué propone “la otra mirada?

¿Y si nos damos el permiso de sentir esta energía, de abrazarla, integrarla, respirarla, mirarla con otros ojos? ¿Y si el mensaje que nuestro cuerpo ha codificado en forma de calor, es un mensaje atávico que nos está invitando a volver a conectar con nuestro cuerpo? Como lo hacían nuestras ancestras.

Por supuesto que siempre podemos buscar ayuda, si estos episodios nos resultan muy molestos. Hay muchas hierbas, fórmulas y terapias diferentes.

Pronto te invitaremos a formar parte de los talleres de arquetipos, las Diosas de la Mujer Madura. Puede resultarte muy esclarecedor.