El santuario de la diosa

Continuando con el reconocimiento de nuestros órganos femeninos hoy vamos a hablar de la vagina, la vulva y el clítoris. Nombrando y reconociendo nuestros genitales es como podemos salir de la desinformación y no continuar con la impresión de que son partes vergonzosas o sucias de nuestra anatomía. Esto es lo que nos han hecho creer, para mantenernos oprimidas y desconectadas de nuestros cuerpos y así, no descubramos toda nuestra potencialidad sexual.

Es verdad, ya lo comentamos en varios artículos nuestros, el cuerpo femenino no ha sido estudiado por la medicina de forma exhaustiva como el cuerpo masculino. ¿Sabes de dónde proviene la palabra “vagina” ? Del latín y significa “vaina”. ¡Si, hasta una parte de nuestros genitales están definidas en referencia al hombre!

Primeramente vamos a apreciar que nuestra vagina es la parte interna, no se ve a simple vista. Es el canal de parto, la puerta a la vida, nuestro santuario. Culturalmente es considerada tabú, una parte muy sucia e indigna por los flujos, menstruación y secreción. Pero no es así. No necesita nunca limpieza. Tiene una barrera protectora compuesta por células, bacterias y moco en perfecto equilibrio con un pH adecuado que varía según el ciclo o etapa de la mujer. Si esta protección natural se altera es cuando se facilita el ingreso de bacterias dañinas.

Lo que sí podemos observar a través de un espejo son la vulva, con sus pares de labios externos, sus labios internos y una pequeña parte del clítoris, el glande, cuya palabra procede del latín, significa “bellota” y se vislumbra en la parte superior de la vulva.

Sí has leído bien, una parte del clítoris. Porque ahora se conoce su estructura completa y te la vamos a presentar:

La función de este órgano es proporcionar placer exclusivamente. Es un área muy sensible y erógena. ¿Te has preguntado por qué todavía se sigue practicando en muchos países la ablación?

Esta mutilación anula completamente la posibilidad de sentir placer en las mujeres y refuerza el control que pueden ejercer, no sólo en sus cuerpos, en sus vidas y relaciones, sino en su vínculo con ellas mismas, eliminando a nivel mental cualquier tipo de deseo o pensamiento que pudiera relacionar a su cuerpo con el placer.

Hace unos siglos se pensaba que por el hecho de “ser mujer” ya éramos “promiscuas”. Nos sentenciaron y quedó grabado en el inconsciente colectivo. O somos vírgenes o somos putas. Aún hoy existen bastantes mujeres desconectadas de su erótica. Muchas no tienen una consciencia clara del universo de sensaciones corporales que pueden experimentar. Otras lo rechazan para no sentir culpa o tratan de acomodar su propia erótica a la del varón. Afortunadamente cada vez sintonizamos y conocemos más nuestro organismo, vamos recuperando fuerza y poder, experimentando sentimientos de inocencia y libertad. Podemos honrar nuestro cuerpo, nuestra sexualidad y sentir el gozo, la vida y la abundancia.

Volviendo al tema de higiene, la parte externa de nuestros genitales tampoco es impura. Cuando lavamos la vulva, lo que hacemos es eliminar la secreciones sebáceas y bacterias, si las hay. No están más sucias que cualquier otra parte de nuestra piel. No necesita productos agresivos o de limpieza especial. Con agua sería suficiente, ya que los jabones utilizan unos químicos que eliminan la capa de protección natural que presenta nuestra piel y ésta se vuelve seca.

Los problemas vulvares, como dolor, ardor o picor están asociados al estrés producidos por una cierta ansiedad, tal vez porque la mujer se siente controlada por la pareja, por una situación, por o en el trabajo, se siente obligada a cumplir o fingir en el sexo, etc. En los coitos no deseados, la lubricación es escasa y pobre produciéndose irritación o inflamación vaginal e incluso uretral. La frustración, la rabia y el sentimiento de culpabilidad son las emociones que más afectan a nuestros genitales.

En la posmenopausia se habla mucho de la atrofia vaginal. La palabra “atrofia” viene del griego “àrtrophos” que quiere decir “sin nutrición”, es decir que las células del tejido vaginal no están suficientemente nutridas, por escasez o retraso en el proceso de nutrición. Pero no están muertas. Esto significa que si dedicamos un tiempo a nutrir a nuestro tejido vaginal podemos recuperar una funcionalidad adecuada a esta nueva etapa.

Por supuesto estamos descartando cualquier otro tipo de afección que pudiera modificar el buen funcionamiento de nuestros órganos. Las disfunciones sexuales no solo tienen un componente biológico, como enfermedades, también hay que estudiar los factores psicológicos, sociales y culturales, como abusos, cansancio, ansiedad, depresión, rechazo del propio cuerpo, entorno sin afectividad, desinformación, etc.

¿Sabías que existe una relación entre la boca y la vulva y que están conectadas? ¿Que los bloqueos de una parte afectan a la otra? Tanto la boca como la vagina son húmedas, las dos segregan fluídos (saliva- mucosa vaginal), ambas tienen labios y hay estudios que conectan el puntito del centro del paladar con el clítoris. ¿Qué tipo de energía emites por tu boca? ¿Cómo es tu comunicación al emitir vibración (palabras)? ¿Y cómo es tu comunicación genital? Tal vez reflexionar sobre esta relación pueda aportarnos una información valiosa. Tomar consciencia de nuestra genitalidad, establecer contacto y amarla como al resto del cuerpo puede cambiar resultados.

Te invitamos a que cojas un espejo y en un lugar cómodo, con una temperatura agradable, comiences a inspeccionar tu vulva, a observarla sin juicios. Existen tantas formas de vulvas como mujeres. Descubre a tu Diosa escondida. Verás que tus labios son el manto que cubre a tu Diosa y el capuchón del clítoris es su tocado.

Puede que sientas ganas de tocarla. Pregúntale primero, pídele permiso a tu Diosa, puede que se sienta olvidada o incluso enfadada. Si es así, respétala, no es el momento. Tal vez sea la primera vez que la miras y se siente vulnerable. Lo mejor es estar atenta a tus pensamientos y emociones, observa cómo la tratas, cómo te diriges a ella, cómo la nombras, cuales son tus gestos, palabras y con qué intención las dices. (A veces tenemos expresiones despectivas refiriéndonos a nuestra Diosa: ¡Qué coñazo! por ejemplo)

Poco a poco irás sintiendo una relación con ella diferente, la sentirás parte de tu cuerpo y si tu trato es con dulzura, amor y cuidado, ella se siente querida y respetada y es así como tu vagina hace su apertura, invitándote a que introduzcas tu dedo para sentirla y explorarla, con sumo cuidado, uñas cortas y abundante lubricación. Con delicadeza, cuidado y amor puedes experimentar una conexión profunda con tu ser interior. Lo mismo ocurre en las relaciones sexuales, cuando se siente respetada y amada, está dispuesta a recibir de igual manera, amando lo que recibe.

Respeta el santuario de tu Diosa.